Tipos de cuidadores de personas mayores, con discapacidad o dependientes

El sector del cuidado de las personas mayores, con discapacidad o dependientes es muy variado ante la diversidad de casos tanto de usuarios como de profesionales del cuidado. Ya se trate de empresas especializadas, como Ayucasa, o familiares, hay que tener muy claro qué hacer cada persona y cuál es su nivel de implicación en el cuidado de las personas.

¿Qué tipologías de cuidadores de personas mayores existen?

En líneas generales, al hablar de tipos de cuidadores de personas mayores, con discapacidad o dependencia, las dos variables que más se utilizan son la profesionalidad y el nivel de implicación, en el sentido del cómputo de horas dedicadas. Hay que tener en cuenta que este tipo de cuidados requieren de una implicación máxima y no es lo mismo hacerlo desde una perspectiva empresarial que voluntaria, por ejemplo.

Precisamente en lo que se refiere al grado de implicación, las compañías especializadas distinguen hasta tres tipos de cuidadores.

  • Cuidadores principales. Suelen ser las personas en las que se vuelca casi todo el apoyo y que en muchas ocasiones forma parte del núcleo familiar y, por tanto, reside en el mismo domicilio. Por tanto, el cuidado es total.
  • Cuidadores profesionales. Esta categoría se refiera a profesionales autónomos o al personal de empresas especializadas, como Ayucasa. Están perfectamente formados, algo fundamental, y acuden al domicilio en cuestión a prestar sus servicios. Pueden tener distintos regímenes, es decir, ser internos o externos. Su trabajo es, lógicamente, remunerado y cuentan con un horario y unas determinadas funciones que hacer en su día a día con la persona cuidada.
  • Cuidadores no profesionales o informales. Esto hace referencia de nuevo a personas del entorno familiar, que «echan un mano» en el cuidado, pero que no son la principal persona de apoyo. Normalmente es un familiar, un amigo cercano, o incluso personas del vecindario, que no reciben una paga directa. De hecho, lo que les suele mover es su alto grado de compromiso afectivo, algo muy positivo, que contrasta con algo no tan positivo, como es su inexperiencia o la ausencia de formación especializada en su currículum. No obstante, su papel es fundamental.

Cuidadores según el nivel de implicación

Como se ha dicho, otro tipo de categorización de los cuidadores tienen que ver con el nivel de implicación en lo que respecta a la jornada empleada en el cuidado. En este sentido podemos distinguir tres tipos:

  • Cuidador primario. Coincide con lo que antes hemos llamado cuidador principal. Suele ser la persona que asume la mayor parte del trabajo total. No es externo, normalmente reside en la misma vivienda que la persona que necesita ser cuidada. Puede ser un cónyuge o un familiar directo (padres, hijos…). Hay un aspecto muy importante: pese a su total implicación, en muchas ocasiones carece de la formación necesaria.
  • Cuidador secundario. Normalmente ayuda al primario en algunas tareas específicas, o bien interviene cuando este necesita un descanso o tiene que dedicarse a otras ocupaciones internas o externas en la vivienda. Puede ser otro miembro de la familia de menor edad o con menor implicación.
  • Cuidador voluntario. Esta tipología es transversal, puesto que los dos tipos anteriores normalmente no reciben una remuneración por su trabajo —al margen de ayudas como las de la dependencia—. Es una persona que ofrece de forma desinteresada su tiempo y su esfuerzo para cuidar de la persona o dar soporte al cuidador primario. Además, aporta compañía y un apoyo en cuestiones puntuales que se le requieran.

El problema de la falta de formación en los cuidadores de las personas mayores

El hándicap de esta diferenciación es que normalmente todas estas personas que cuidan, por un lado, no tienen una formación específica más allá de la experiencia, y por otro, que se enfrentan a otras ocupaciones fuera del domicilio, lo que supone un estrés añadido.

Además, nunca hay que olvidar el desgaste que sufren los cuidadores, sobre todo en ocupaciones que se prolongan durante años. En estos casos, una alternativa profesional puede ser la solución tanto para el cuidado como para el cuidador, con servicios adecuados para el primero y descanso para el segundo. 

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